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  • Foto del escritorAnna Fiori

La Muerte



Sentimos la muerte de muchas maneras.

Cuando nos rompen el corazón, cuando se quiebra un sueño. Cuando un ser querido se ha ido para siempre. 


Sentimos la muerte y morimos despacio entre tragos de vacío y botellas de vino añejas.

Morimos hasta quedar totalmente desaturados, insípidos y agusanados.


Hay quienes sienten la muerte tan inconsolable y dolorosa, que se visten de armadura para evitarla y convencernos de que no sienten nada: ni amores, ni miedos, ni amores, ni nada.


Esta noche que te has ido, siento que me muero. Siento tu recuerdo ya difuminado en la neblina de mis ojos enamorados, viéndote partir y añorando tu regreso. ¿Hasta cuándo?, ¿Hasta dónde? 


Cuándo... Dónde...


La muerte momentánea ya es deseada, añorada. La muerte de tu ausencia, agonía intransitable.


¡Qué me duerman! Qué me duerman... Y que sólo el réquiem de tu alma me devuelva.


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